miércoles







CAPÍTULO 2: AÑOS 90


Puff… sólo de pensar todo lo que he vivido en esos 10 años, se me hace muy cuesta arriba tener que especificar sentimientos, aunque realmente todo empezó con el nuevo milenio y, tal vez por eso, intente hacer este capítulo algo más resumido.

Así, como introducción, sé que lo fundamental de esa época fue el cambio de color, plena adolescencia vivida a trompicones y a pasos agigantados. Empieza ésta década siendo una niña y terminará enfrentándome a grandes problemas…

Vamos allá! ¿Dónde lo dejamos??

Ah! Si… Cambio de ciudad!

Creo que era el año 1992, con sus Olimpiadas y su gran movimiento de personas. Mi familia también se movió! Jeje.. Cambiamos una macrociudad como es Madrid por una ciudad rozando con límites de poblado medieval… la verdad es que en aquel momento no podría sentir tanto la diferencia como ahora, pero lo que fue un cambio tranquilo para mis padres, para nosotras (para mi hermana y sobretodo para mi) se convirtió en una disminución de posibilidad y libertad.

Al margen de lo gris de la ciudad, mi juventud pasó entre risas y amigos, de los cuales conservó un par de ellos, a lo sumo 4 grandes amigas que siguen estando ahí esperándome para tomar un café. De hecho, con ellas sigo manteniendo una promesa: el 15 de octubre del 2010 quedaremos en el centro de la ciudad, y ninguna aún lo ha olvidado a pesar de que ya han pasado más de 10 años.

Recuerdo con especial interés mi época en el Instituto, donde queríamos crecer más de lo permitido y donde incumplir una norma, faltar a clases o fumar en los servicios seguía siendo lo fundamental de cada día. De allí guardo grandes recuerdos de compañeros y profesores, a los cuales no siempre se lo puse fácil y no siempre fui una alumna ejemplar, pero la rebeldía de una adolescencia movida por excesivos sentimientos me llevaba a cometer pequeños actos delictivos y putaditas a profesores, que siempre… siempre amenizaban la jornada!

En esta época disfruté de mi primer amor. Oh! Qué bien suena! Y que intensos fueron aquellos 4 años de noviazgo entrecortado, donde el deseo, la pasión, y el apoyo de mi chico se forjaban como parte de mi propia vida día a día.

Estas grandes emociones, estos “tira y afloja” del corazón, son los que realmente van constituyendo nuestra personalidad. Sin duda alguna, no cambiaría por nada aquellos años, porque a pesar de lo bueno, de lo malo, de lo triste o de lo alegre, es lo que ha ido formando lo que soy… lo que lees.

En plena adolescencia, como es de esperar, mis primeras experiencias con el sexo, con las drogas y con el alcohol. No llegaron a mucho más, de hecho hoy en día casi no práctico ninguna de las tres… pero no termino de comprender cómo éramos capaces de emborracharnos tanto un viernes y repetir al día siguiente manteniéndonos en pie!! Serán cosas de adolescentes…

Lo fundamental para entender toda la historia sería comprender que fue aquí, en esta época, donde empecé a entender una forma de vivir particular, la mía.
Donde no vale vivir si no se sienten cosas, donde no vale para nada dejar pasar los días si no sientes algo en tu interior, sino sientes como vas creciendo y como el resto del mundo en cierto modo, forma parte de ti.
Un día, entre porros o entre risas, descubrí que realmente yo, desde mi inconsciencia, formo parte de la vida de muchísimas más personas de las que creo. Y esto, me pasa a mí, y nos pasa a todos.

Con un simple comportamiento como puede ser pararse en un paso de peatones, puedes influir en las vidas de los demás. Con un pequeño empujón que te de alguien al caminar, puede para tu ritmo, puede hacerte detener, y eso… nunca se sabe lo que cambia.

Voy a poner un ejemplo, a modo didáctico para entender esta tesis:
“Vamos caminando por la calle y de pronto se nos cae lo que llevábamos en la mano. Una persona que camina en sentido contrario, al verlo, se detiene e intenta ayudarte a recogerlo. En esos pocos segundos, esa persona ha cambiado su ritmo. Ahora llegará medio minuto más tarde al siguiente cruce, y posiblemente el semáforo le haga detenerse. Ahora el cambio temporal es mayor y eso hará que se encuentre con otras personas por la calle (tal vez el amor de su vida, tal vez un viejo compañero, tal vez solo desconocidos) o tal coincida con detenerse ante cualquier suceso que le impacte de alguna forma, cualquier suceso que pueda influirle de algún modo…

No voy a enrollarme en esto, solo espero que nunca se me olvide.

Mis años noventa acabarán más o menos empezando en la Universidad, más o menos empezando a ser una mujercita responsable, pero algo… algo importante hará que en esos primeros años del nuevo siglo todo cambie para mí.

Y eso… será parte del siguiente capítulo!

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