jueves














Si no eres bondadosa y atenta con mi madre, no te lo perdonaré. No amaré nada de una forma más integral que como lo hago con mi madre. Mi madre es una dama, y a mi no me gusta que la insulten, la difamen o la pongan en peligro. Aunque tengo sentido del humor, no reacciono favorablemente a los chistes sobre la suegra. Tampoco quieras leer nunca mi diario de cuando tenía cinco años, aunque es casi seguro que lo tendré bajo llave. Me gusta guardar secretos, y no esperes de mi, confesiones auténticas, a menos que quien se confiese seas tú.

Mis miedos pueden mantenerte realmente con el alma en un hilo, lo mismo que a yo. Tengo miedo de no ser lo bastante bonita, de no ser lo bastante inteligente, de no ser suficientemente joven o suficientemente vieja. No importa que tenga la silueta de la Venus de Milo, el rostro de Helena de Troya y la mente de Aristóteles: yo me sentiré igualmente inadecuada. Asegúrame que soy joven, que soy hermosa, que estoy comprometida y que te tengo a ti. Si me lo repites unas veinte veces al día, es probable que empiece a hacerme mella.

Mi estado de ánimo cambiará como promedio cuatro veces por mes, con los cuartos de la Luna, añadiendo pequeñas fluctuaciones dos veces por día, reflejo del movimiento de las mareas. (Ya te avisé de la relación con semejante masa de agua y tan bello astro) De una manera impredecible, soy predecible en cierto modo, y eso puede hacerme fascinante y misteriosa, pero también insoportable hasta el punto de que te entren ganas de propinarme una buena paliza. Durante alguno de mis arranques de melancolía, incluso es posible que tenga miedo de no ser buena cocinera, lo que es un absoluto disparate, porque llegaré a conseguir que un chef francés quede reducido al nivel del sargento que preparaba los almuerzos en la mili.
No soy una mujer que se arregle con un abrelatas automático o con un congelador: prefiero pelar yo los guisantes y hornear los bizcochos. Soy muy amiga de mi cocina, que en la casa es casi mi lugar favorito (después del cuarto de los niñas). Revoloteará en torno de ti como una gallina hasta volverte loca y casi mareada, pero es probable que a ti te encante, como a la mayoría de las mujeres.

Aparte del miedo, totalmente injustificado, de mi falta de habilidad culinaria, quizá tema que tú no me quieras bastante. Eso no es difícil de remediar para ninguna mujer con sangre en las venas. Adelante, demuéstramelo todas las veces que quieras, que yo estaré totalmente receptiva. Una vez que me hayas encendido la luz verde, me sentiré feliz de reconocer la señal, y aunque eso puede borrar mi complejo de inferioridad, te crearÉ otro problema. A decir verdad, después que me hayas conquistado, puedo mostrarme un poco tenaz... digamos que no te soltaré mientras viva, lo que no está nada mal. Cuando hayas tenido la suerte de ganarte mi amor, jamás estarás falto de comida ni de afecto. Y la sonrisa chiflada con que te los ofreceré también tiene su encanto. Mi rico humor se te hará más cálido y más cuando pienses en todas las sirenas sarcásticas que andan por el mundo con su ingenio cínico y su risa hipócrita.

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